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Reseña de la película-documental Planet of the Humans

Planet of the Humans: sin noticias de Charlton Heston

Planet of the Humans: la polémica

El revuelo suscitado por la película-documental Planet of the Humans supone un reclamo evidente para quien no la haya visto. Si se trata de una llamada a la acción, una estrategia de márquetin o una simple provocación, ciertamente consigue su objetivo. Que no es otro, a nuestro entender, que fomentar un debate sobre su contenido o su pertinencia.

A partir de las primeras impresiones de nuestro compañero Fernando García, en Red de Transición organizamos un cine-fórum “confinado” en torno a esta última polémica.

Aprovechamos para ello un enlace de acceso gratuito en la plataforma Youtube que permitió acceder temporalmente a su contenido completo de una manera gratuita. Tras su visionado, debatimos sobre la última película de Michael Moore como productor.

Made in Michael Moore

Porque no cabe duda de que nos encontramos ante un producto Made in Moore. La dirección de la película y la composición de la banda sonora corresponden a Jeff Gibbs. Sin embargo, su estructura, su desarrollo y algunos de sus recursos recuerdan inevitablemente al autor de la aclamada Bowling for Columbine. Este detalle representa en sí mismo una de las primeras críticas que se puede realizar. Tras dos décadas en las que el cine documental ha vivido una etapa esplendorosa, especialmente en aquellas películas dedicadas a la sensibilización medioambiental, ¿nos encontramos ante un modelo agotado? Esta podría ser una conclusión probable a tenor de todo lo que se ha escrito sobre la misma.

“Las energías verdes no nos salvarán”

Pero no es este el mayor reproche que se puede hacer a la misma. A pesar de los esfuerzos propios para la verificación de los datos expuestos en la película, se ha acusado especialmente al productor de presentar datos desfasados provenientes de las fuentes citadas. Ciertamente, se trata de un problema que afecta a la primera mitad del metraje, dedicado a desmontar las bondades de la “industria de las energías verdes”.

No es nuestra intención refutar o no esos datos (para eso están disponibles fuentes mucho más autorizadas). Queremos señalar, más bien, una evidencia que nos resulta obvia: no es posible mantener el nivel de consumo de energía actual sin sacrificar los recursos naturales de este planeta. Esta afirmación es sostenida por dos escenas, al principio y al final, sobre las dudas que plantea el suministro energético de dos conciertos musicales. “Las energías verdes no nos salvarán”, es la conclusión de esta primera parte de la película.

Un giro inesperado

Esta idea, que podría haber sido suficiente para desarrollar alternativas tras esta primera fase de denuncia o provocación, queda desplazada por un sorprendente giro de guión. A la explicación de por qué continúan vigentes determinadas creencias acerca de la bondad de esta industria energética, surge un “inexplicable” aval científico en forma de entrevista con un psicólogo y las opiniones de algunas personas entrevistadas, sobre cómo se asientan y mantienen determinados tipos de creencias acerca de estos temas.

A ello se le superpone otro argumento, el de la sobrepoblación, que supuestamente justifica el título de la película y que apenas es desarrollado con algunos comentarios a lo largo del documental. Aquí es donde falla a nuestro juicio el objetivo del director, a lo que no ayuda para nada el montaje final.

Lo inconcebible

La imposibilidad de un crecimiento económico sostenible fundamenta los movimientos decrecentista y de transición. Sin embargo, esta idea apenas es considerada en la película (de hecho, se abrió un debate interno en nuestro cine-fórum sobre si se había realizado una alusión explícita a este concepto).

La duda en torno a la capacidad del público norteamericano para aceptar una idea que constituye un rechazo frontal al estilo de vida imperante parece motivar esta duda y busca otras vías para justificarse. No en vano uno de los recursos que más le han servido al productor en sus películas para reforzar sus argumentos ha sido la parodia (sea en formato de dibujos animados o de película propagandística). En este caso, como en otros, parece subyacer la infantilización necesaria para transmitir ciertos contenidos.

Sin alternativas

Y aunque se consigue el efecto deseado (desacreditar la supuesta sostenibilidad de la industria energética verde), no continúa con la presentación de una alternativa plausible. ¿Un estilo de vida más sencillo? ¿La renuncia a privilegios económicos o sociales? No, la respuesta es que hay demasiada gente en este planeta. Pero lo peor no es eso. Después de tirar la piedra, esconde la mano. Se provoca, pero no se sostiene la provocación para llamar a la acción del público potencial. Es más, tras este volantazo vuelve a cambiar el sentido del documental sin mayores explicaciones. Pierde una oportunidad de presentar al público una alternativa viable y muy posiblemente sostenible sin necesidad de esconderla o camuflarla. Hubiera sido más fácil con un lacónico “¿Transición? Sí, gracias”.

Caricatura y autocrítica

Podría ser que sus responsables no confían demasiado en la respuesta esperada. Porque mención aparte merece uno de los temas que más ataques han sufrido Gibbs y Moore, la crítica hacia cierto sector del activismo social y ecologista que en EE.UU suele definirse como liberal y que en Europa y en España recibe calificativos menos agradables.

Concretamente, del retrato ingenuo y casi infantil que se realiza de algunas personas y organizaciones reflejadas en algunas escenas. Tampoco es algo nuevo y no debiera sorprender demasiado. ¿Existen planteamientos pseudocientíficos entre activistas y organizaciones afines? Sí. ¿Algunas personas pueden ser especialmente ingenuos o utópicas? Evidentemente.

Pero cuando en una de esas escenas se deja entrever esa ingenuidad, ¿alguien puede sorprenderse de que un grupo de jóvenes durante su etapa universitaria puedan defender acríticamente planteamientos que en el futuro hagan que se sonrojen? Si esto es así, entonces se puede justificar que Moore se haya convertido en un inesperado aliado para la derecha alternativa de su país.

Si en realidad se trata de una mera provocación, puede ser un buen ejercicio para la autocrítica de cierto sector del activismo cómodamente instalado en su parcela de verdades absolutas.

Así parece traslucirse de la advertencia de Vandana Shiva en esta parte del film cuando reconoce que en ciertos temas pueden “alimentarse ilusiones” en las mentes de muchas personas. En realidad, no se trata de algo que deba desanimar a quienes se sientan reflejadas en esas palabras. Más bien debería preocupar a quienes no sean conscientes de la necesidad de un cuestionamiento crítico (que no fustigamiento) sobre los fundamentos y el impacto de su activismo.

Planet of the Humans: el agotamiento de un modelo

Reseña de la película-documental Planet of the Humans

Más allá de estos temas que han centrado la negativa acogida del documental, el agotamiento del modelo de Moore se advierte claramente en las escenas finales. Los giros consecutivos a lo largo de todo el documental desembocan en una llamada de auxilio sobre la amenaza que supone la deforestación.

La pérdida de biodiversidad o la amenaza para la supervivencia de los hábitats para las especies animales es un tema merecedor en sí mismo de un documental. Más ahora si cabe, al cobrar un inusitado protagonismo como posible causa vinculada al surgimiento de la actual pandemia.

Pero aquí se convierte en un recurso efectista y con una imagen final que sobrecoge e irrita al mismo tiempo. Sobrecoge porque revela una realidad dramática e impune e irrita porque se advierte claramente el intento de manipulación emocional al que el director nos conduce.

El mensaje final, a pesar de su vigencia, parece quedar en un segundo plano tras el último golpe de efecto. Anuncios publicitarios de ONG han conseguido el mismo impacto con un par de minutos de duración. Si ese era el objetivo, la inversión necesaria ha excedido el resultado pretendido.

Después del visionado…

Las sensaciones que deja el visionado de esta película documental son ambivalentes. Por un lado, porque vuelve a poner sobre la mesa las miserias del modelo neoliberal que en varias ocasiones ha denunciado Moore con otros documentales.

Que grandes empresas multinacionales y filántropos puedan manipular o cooptar a activistas y organizaciones en sus protestas no es ninguna novedad. Revelar de manera rigurosa las conexiones existentes entre el mundo de la política y la industria “verde” tampoco. Aunque solo sea para hacer caer del pedestal al oscarizado y otrora venerado Al Gore, al desvelar su propia “verdad incómoda”. Cabe pensar que si Gibbs se hubiera limitado a esta labor de denuncia, la película hubiera cumplido su función a la perfección.

Aunque en lo que realmente falla es en la acumulación de temas con un montaje confuso que a pesar de algunos aciertos, no salva el conjunto. Y aunque se trata de un producto destinado al público estadounidense, no deja de sorprender cómo algunas reacciones en Europa y en España se asemejan demasiado a las del otro lado del charco. Quizás este momento caótico, totalmente incierto y polarizado no invita al optimismo ni a responder creativamente frente a una provocación directa. Porque de otra manera, se podría disfrutar mucho más de la ironía que recorre toda la película.

Planet of the Humans: colofón irónico

Ironía es titularla Planet of the Humans recurriendo a la misma tipografía empleada para el clásico Planet of the Apes de 1968.

Ironía es que, a pesar de su desgarradora defensa de los simios en las escenas finales del documental, su estilo más bien infantilizado coincida con el de la fuente original de esta película. Que no es otra que la distopía francesa de título homónimo publicada en 1963 por Pierre Boulle (advertencia: cualquier parecido con una obra de ciencia ficción dura es pura coincidencia).

Irónico es, en suma, que Charlton Heston, el héroe-villano que toda historia épica necesita y a quien tanto debe la carrera cinematográfica de Moore, no aparezca por ninguna parte…

“Esto prueba que hay poetas por todas partes, en todos los rincones del Cosmos…, y también bromistas”
Pierre Boulle. El planeta de los simios (1963).

Manual de lucha contra el cambio climático: portada.

Manual de lucha contra el cambio climático: una reseña

Nuestro compañero Salvador Garrido Soler, de Red de Transición nos ofrece una reseña del libro Manual de lucha contra el cambio climático. Un libro escrito por João Camargo y Samuel Martín-Sosa y editado este 2019 por Libros en acción.

Manual de lucha contra el cambio climático: un manifiesto de urgencia

Cada época tiene sus manifiestos y este podría ser uno de ellos. La irresistible sensación de urgencia, que convierte en inaplazable cualquier evento o circunstancia de nuestra existencia, cobra todo su sentido al tratar con la realidad medioambiental.

Sin embargo, existen varias formas de abordar esta cuestión. El libro, que se denomina a sí mismo como Manual de lucha contra el cambio climático, responde a uno de ellos. Un enfoque que, no obstante, amenaza con quedar obsoleto. Veámoslo.

Manual de lucha contra el cambio climático: João Camargo.

João Camargo, coautor de “Manual de lucha contra el cambio climático”.

Tal situación se produce cuando emergen nuevos movimientos como Justicia Climática, Extinction Rebellion o Fridays for Future. Estos movimientos abogan por una declaración de “emergencia climática” o incluso denuncian una inminente “catástrofe climática”. Así pues, luchar contra el cambio climático podría resultar insuficiente o simplemente ser el reflejo de una etapa ya superada.

Raíces ecologistas

Que el cambio climático es una amenaza para el bienestar o incluso la supervivencia de la especie humana, es un discurso bien conocido. Autores tan sospechosos de radicalismo como Miguel Delibes ya denunciaban en los años setenta del siglo pasado el coste del voraz consumo energético en las opulentas sociedades de consumo occidentales.

Y el movimiento ecologista (tanto social como político) lo convirtieron en una de sus banderas hasta el momento presente, en que puede haberse convertido en su principal razón de ser.

Esto es lo que ocurre con este libro, que en su edición española cuenta con el responsable del área internacional de Ecologistas en Acción como coautor y es publicado por la editorial oficial de la organización ecologista.

Manual de lucha contra el cambio climático: Samuel Martín-Sosa.

Samuel Martín-Sosa, coautor de “Manual de lucha contra el cambio climático”.

Se trata de una apreciación importante, como se explicará al final de esta reseña.

Más concienciación que lucha

La primera idea que surge tras su lectura es que el título no acierta a expresar plenamente su contenido. En realidad, por su estructura o por su estilo narrativo responde más a un manual de sensibilización o concienciación urgente sobre el cambio climático.

Así se desprende de su estructura, que puede dividirse en tres partes diferenciadas. La primera de ellas comprende los dos primeros capítulos, en los que se habla del clima y del calentamiento global.

Un brillante ejercicio formal

Desde el primer momento, se sucede un aluvión de datos e imágenes, que sin embargo se exponen con un lenguaje asequible y muy visual. Ayuda en este sentido el impactante diseño gráfico desarrollado por ambos autores.

Su estilo no profesional encaja a la perfección con el aroma naïf de los antiguos fanzines o boletines de asociaciones y otros colectivos (en mi caso, no pude evitar añorar los desenfadados pero cuidados cuadernillos de los primeros números de El Cárabo).

Además, la cuidada maquetación y la publicación sobre un perfecto papel 100% reciclado y ecológico desmienten cualquier intención diletante. Y menos con un dibujante como Miguel Brieva dentro del consejo de redacción de la editorial.

Las cartas sobre la mesa

Así pues, el lenguaje visual desplegado, a través de ilustraciones sencillas y aparentemente no profesionales, sirven para reforzar la autenticidad del contenido. Esto se hace todavía más evidente en la segunda parte del libro, que abarca desde el capítulo tercero hasta el octavo.

Se trata de un auténtico estado de la cuestión sobre el cambio climático y sus consecuencias. Qué está ocurriendo aquí y en el resto del mundo, quiénes son los responsables de esta situación o sus negacionistas, son temas que se abordan de manera clara e impresionante.

Repercusiones en España

Precisamente, uno de los grandes atractivos del libro es su capítulo tercero, en el que se explica la situación actual del Estado español y se presentan las proyecciones para cada comunidad autónoma a finales del siglo XXI.

Se suceden mapas con datos sobre el aumento estimado de temperatura y la disminución del porcentaje de lluvias, junto con ilustraciones e corte apocalíptico en la que se confrontan los paisajes desérticos con los de costas inundadas.

Manual de lucha contra el cambio climático: páginas.

Es una estrategia muy efectiva que supera con creces los datos presentados en el capítulo siguiente, en el que se realiza una prospección a nivel mundial.

Quien desee sensibilizar rápidamente a cualquier persona escéptica sobre el cambio climático, no necesita más que acercarla a su realidad más cercana, con cifras e imágenes impactantes sobre el futuro que aguarda a su región.

Futuro sombrío

Escenarios tan sobrecogedores hacen que inevitablemente surja la pregunta acerca de si estamos ante el fin del mundo.

El capítulo quinto responde a tan desasosegante pregunta. La respuesta a una pregunta inteligente es otra pregunta, afirmaba en sus celebrados aforismos el desaparecido Jorge Wagensberg. Al interpelarnos con un contundente “¿es más fácil imaginar el fin del mundo que el final del actual sistema económico?”(p. 182) nos encontramos con una clave ineludible que recorre todo el manual.

No se trata solamente de una crisis climática, sino una crisis sistémica en la que la economía (o al menos la degradación de la misma como arte de ganar dinero) actúa como catalizador.

Dilemas y soluciones… ¿apresuradas?

Enfrentarse a los dilemas que tan crudamente se han relatado en los capítulos anteriores es objeto de la tercera parte del libro. Se presentan las alternativas disponibles y que constituyen la lucha contra el cambio climático propiamente dicha.

Sin embargo, resulta chocante en su planteamiento. En apenas treinta páginas y tres capítulos se resuelve un variado listado de opciones disponibles para personas y colectivos que quieran luchar contra el cambio climático.

Dos, si se descuenta el apocalíptico epílogo final con referencia cinematográfica incluida a una famosa trilogía tecnofuturista (que no se mencionará aquí para evitar destripar el final de su lectura, a pesar de que la cita no resulte especialmente afortunada).

Manual de lucha contra el cambio climático: una advertencia

Más que la brevedad de esta última parte, su contenido justifica la objeción inicial de que nos encontremos ante un verdadero manual de lucha. Sobre todo, por la necesidad de hacer una seria advertencia respecto a sus páginas finales.

Cuando se habla de activismo climático, no podemos obviar que se trata de una modalidad de activismo social. Y, como todos los movimientos sociales, es preciso que cualquier persona que se acerca a ellos pueda conocer sus aspiraciones y objetivos, sus herramientas y sus propuestas prácticas, pero también su alcance, sus límites y por supuesto sus consecuencias.

Manual de lucha contra el cambio climático: aciertos

Promover alternativas de consumo crítico a través de nuevos modelos energéticos, agroecológicos o comunitarios resulta encomiable, y cualquier apoyo resulta bienvenido.

Es en este apartado donde precisamente se incluye a los municipios en transición como una de las vías para “tejer lazos colectivos” (p. 257).

Son definidas aquí como “ensayos de sociedad post-fosilista que fomentan la resiliencia comunitaria a través de la agroecología y el desarrollo de renovables con un concepto mucho más horizontal de la gobernanza y la participación que ponen nuevamente en el centro la cuestión del poder” (p. 257).

Se trata de la definición muy acertada que resume a la perfección, sin más debates y etiquetas, qué son las comunidades y municipios en transición. Algo que desde Red de Transición España debe ser reconocido y celebrado.

Manual de lucha contra el cambio climático: objeciones

Ahora bien, un activismo que promueve no solamente el consumo crítico sino que promueve la desobediencia civil, no puede limitarse a motivar a las personas y colectivos para ““interrumpir” pacíficamente el sistema” (las primeras comillas son de los autores) o “escalar la intensidad de las acciones a favor de la justicia climática” (p. 258).

Una persona joven que se acerque al activismo climático como vía de expresión de su indignación creciente ante la realidad socioeconómica y ambiental (pues tal es el previsible público objetivo del libro) precisa de muchas más herramientas y estrategias.

O, por lo menos más, desarrolladas para hablar apropiadamente de un manual de lucha.

Sin una pedagogía de la participación previa o sin una mínima experiencia en el activismo social, podría verse ante la obligación de asumir unas responsabilidades para las que puede no estar preparada.

Tener en cuenta los aprendizajes del activismo…

En efecto, una de las lecciones que activistas de todo el mundo han aprendido (por las malas) es la dificultad para llevar a la práctica unos postulados teóricos justos, necesarios y urgentes.

Y, sobre todo, la necesidad de una preparación adecuada para asimilar que el activismo es un modo de vida que va mucho más allá de la participación puntual o regular con unas actividades reivindicativas.

En un país donde rige la Ley Orgánica de Seguridad Ciudadana, (conocida popularmente como “Ley Mordaza”) y que muy recientemente ha calificado penalmente conductas masivas de protesta derivadas de una crisis territorial y constitucional en su región más próspera, también puede ser razonable conocer las repercusiones que pueden provocar determinados actos, por muy justificados que parezcan.

Para evitar consecuencias indeseables

Experiencias históricas de activismo, como el movimiento antimilitarista de desobediencia civil al servicio militar, incluían habitualmente en sus textos y manuales de lucha apartados dedicados a temas legales.

De esta forma, proporcionaban recursos adecuados para conocer los derechos y obligaciones vinculados a ejercicio activo de su militancia. Incluidas penas de prisión o privación de derechos civiles.

Por eso, al tratarse de un manual escrito, publicado y promocionado por una organización ecologista, sería recomendable que este aspecto fuera cubierto. Y lo fuera por cualquiera de los grupos locales a los que los autores recomiendan acudir para sumarse a la lucha contra el cambio climático (p. 271).

De esta manera, se evitarían indeseables consecuencias entre quienes no conocen (por inexperiencia o por audacia) algunos de los efectos menos conocidos del activismo social.

Manual de lucha contra el cambio climático: una conclusión

Hecha esta importante salvedad, sólo nos resta reiterar que nos encontramos ante un buen material de sensibilización.  Un material idóneo para explicar en qué consiste el cambio climático y por qué es necesario actuar urgentemente. Su lenguaje asequible, llamativo visualmente y efectivo, contribuye a ello.

Auguramos que contribuirá a una renovación del activismo ecologista, con el adecuado acompañamiento de personas y grupos más experimentados. Y a través de los proyectos energéticos, agroecológicos, de transporte, de vivienda y desarrollo comunitarios enumerados en su tercera parte.

En definitiva, este libro servirá para canalizar una enorme energía. La energía que proporcionan a los movimientos sociales las nuevas generaciones. Nuevas generaciones que pueden gestionar las nuevas narrativas y los nuevos argumentos que precisa el activismo climático.  Y ello sin caer en las nuevas formas de frustración y desasosiego que preconizan algunas voces (aunque sea bajo la denominación de ecoangustia).

Y es que si algo representa la juventud, es la esperanza de un mejor futuro.

Imagen promocional de la exposición DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO

Reseña de la exposición “Después del fin del mundo”

“Esta civilización se ha acabado. Y todo el mundo lo sabe”

Con esta contundente cita del escritor Mackenzie Wark empieza la exposición DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO que, desde finales de octubre, y hasta el 29 de abril de 2018 nos ofrece el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.

Entrada a la exposición DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO, en el CCCB.

Entrada a la exposición DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO, en el CCCB.

El CCCB nos propone nuevo viaje hacia un tema de creciente actualidad: el fin del mundo, tal y como conocemos, como consecuencia de la acción humana sobre el planeta y su principal repercusión. Y esta no es otra que el cambio climático y las múltiples crisis simultáneas asociadas a él: de biodiversidad, de contaminación, energética, de recursos, alimentaria… Crisis que abocan a nuestra civilización capitalista y tecno-industrial  a un previsible e inminente colapso.

Somos los primitivos de una civilización desconocida

Es innegable que los seres humanos nos hemos convertido en la mayor fuerza geológica actual. Tanto que incluso nos atrevemos a dar nombre a la era geológica en la que justo acabamos de aventurarnos, el Antropoceno. Y, como consecuencia de nuestra acción descontrolada, tanto el clima como la misma superficie de la Tierra están cambiando con una rapidez inédita. Estamos convirtiendo al planeta, de facto, en un lugar distinto al que vio nacer y crecer a la Humanidad. Un nuevo lugar al que tendremos que adaptarnos o en el que nos extinguiremos.

El fantástico prólogo de la exposición DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO, en el CCCB, a cargo del escritor de ciencia-ficción Kim Stanley Robinson.

El fantástico prólogo de la exposición DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO, en el CCCB, a cargo del escritor de ciencia-ficción Kim Stanley Robinson.

Y como mayor agente de cambio geológico la Humanidad ha de tomar responsabilidad, tanto a nivel colectivo como individual. Aunque para poder tomarla, antes -como paso previo ineludible- ha de adquirir consciencia de sus actos y sus consecuencias. Éste vendría a ser el objetivo de la exposición: la toma de consciencia sobre el hecho y el problema.

Un viaje de descubrimiento

Para conseguirlo, el CCCB vuelve a apostar por un formato que domina, el de itinerario experiencial, para envolvernos y sumergirnos en el tema que nos plantea.

Inicio de la exposición DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO, en el CCCB.

Inicio de la exposición DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO, en el CCCB.

Así, nos mostrará los diferentes aspectos de la problemática que trata mientras nos hace deambular en una suerte de laberinto narrativo y plástico. Como visitantes, nos sentiremos por momentos protagonistas -y prisioneros- de una extraña digestión conceptual en las entrañas de una criatura en desarrollo, tan ominosa como fascinante, que alumbrará al mundo que sucederá al fin del nuestro.

DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO, un itinerario experiencial.

DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO, un itinerario experiencial.

Las etapas del camino

Después de un poderoso prólogo, la exposición se articula en diferentes pasajes que abordan distintas facetas de esta actividad humana incontrolada sobre el planeta, cada uno de ellos planteado por un artista y precedido por un texto explicativo:

  • En La nueva piel de la Tierra, de Benjamin Grant, podremos observar a vista de satélite cómo la economía humana, en sus múltiples manifestaciones, ha desfigurado la superficie terrestre.

    DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO: La nueva piel de la Tierra.

    DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO: La nueva piel de la Tierra.

  • Seguiremos absortos en Destejido, de Unknown Fields Division, el hilo pernicioso de la industria textil.

    DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO: Montaje audiovisual de DESTEJIDO.

    DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO: Montaje audiovisual de DESTEJIDO.

  • Estado del mar 9: Proclamación, de Charles Lim, nos hará presenciar cómo emergen del mar islas artificiales sobre la destrucción de los lechos marinos.

    DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO: Estado del mar 9: Proclamación.

    DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO: Estado del mar 9: Proclamación.

  • En Todos ganan, de Rímini Protokoll conoceremos de una manera sorprendente a la los inesperados ganadores del calentamiento global.

    DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO: teatro interactivo en Todos ganan.

    DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO: teatro interactivo en Todos ganan.

  • Mitigación del Shock, de Superflux, nos permitirá viajar a un futuro inestable y hambriento, recreado con esmero.

    DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO: el pisito del futuro de Mitigación del Shock.

    DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO: el pisito del futuro de Mitigación del Shock.

  • En Aeroceno, de Tomás Saraceno, contemplaremos esculturas aéreas autosostenidas.

    DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO: Aeroceno.

    DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO: Aeroceno.

  • Finalmente, visitaremos la Clínica de salud ambiental, de Natalie Jeremijenko. En ella podremos reimaginar nuestra relación con los demás seres con los que compartimos el espacio urbano, en aras del beneficio mutuo.

    DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO: la Clínica de Salud Ambiental.

    DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO: la Clínica de Salud Ambiental.

El Ministro del Futuro

La exposición está puntuada por unas instalaciones que hacen las veces de nudo y de pausa en el camino. En ellas un personaje, el Ministro del Futuro (encarnado por el filósofo y ecoteórico Timothy Morton), nos ofrece discursos que nos invitan a detener nuestros pasos, por el tiempo que deseemos, para reflexionar sobre las cuestiones que nos lanzan desafiantes a la cara.

DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO: El Ministro del Futuro.

DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO: El Ministro del Futuro.

Estos espacios vendrían a ser como piedras en un río, que pueden tanto interrumpir la corriente de la narración como impulsarla en nuevas direcciones al crear remolinos de ideas. No en vano la forma física de estos interludios es espiral.

Después de Después del fin del mundo

Al acabar la exposición, es muy probable que algo se haya removido en nuestro interior. Tal vez seamos algo más conscientes, si no lo éramos ya. Y quien sabe si, por ello y en el futuro, algo más responsables

Volviendo, para cerrar, a la cita inicial podría decirse que no todo el mundo sabe que esta civilización se ha acabado. Aunque, seguramente, sí que lo intuye.

Aquí es donde DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO despliega todo el valor de su propuesta: nos acerca a un tema al que estamos sobreexpuestos y del que estamos saturados, aún desconociendo las mayoría de sus catastróficas implicaciones, de una manera distinta y, con suerte, más efectiva y accesible a un público más amplio del que el que ya conoce estos temas y ya está concienciado.

Lo mejor de la exposición:

  • El planteamiento conceptual y narrativo general: experiencial y sensorial, sin dejar nunca de lado la parte intelectual.
  • Los montajes audiovisuales multipantalla, hipnóticos e inmersivos, sobretodo los del prólogo inicial.
  • La reproducción minuciosa, e ingeniosa, de algunos ambientes.
  • La reflexión y el diálogo posteriores están garantizados y las revisitas son igualmente disfrutables.

Lo peor de la exposición:

  • Cierta superficialidad, tal vez inevitable, y una cierta falta de posicionamiento crítico más contundente en algunas cuestiones políticas o económicas.
  • A pesar de  instar explícitamente a abandonar el antropocentrismo, el punto de vista de la exposición no deja de ser eminentemente antopocéntrico. No considera prácticamente, salvo una excepción, al resto de seres vivos no humanos con los que compartimos el planeta.
  • El Ministro del futuro. Si bien la propuesta es muy interesante, los discursos de Timothy Morton pueden resultar crípticos. Necesitan un tiempo y un espacio diferentes y un desarrollo mayor para poderse abordar de una manera más satisfactoria, más allá de las píldoras reflexivas que puntúan la exposición.
  • Como corolario a la exposición, el CCCB ofrece una otra propuesta experiencial: Don’t Follow the Wind. A Walk in Fukushima, una instalación audiovisual colectiva centrada en el desastre de Fukushima, interesante por el uso de la tecnología de vídeo en 360 grados y divertida en su puesta en escena, pero que no va más allá del apunte documental más o menos convencional.

Conclusión:

Una exposición que vale la pena visitar y experimentar… Varias veces. ¡No os la perdáis!

Más información de DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO: Aquí.

 

Before the Flood

“Before the Flood”: Leonardo DiCaprio llama desesperadamente a la acción

+Reseña del documental Before de Flood+

El cambio climático ya está aquí y poco a poco va ganando presencia en los medios de comunicación masivos y en el imaginario convencional.

A finales del año pasado y principios de éste el documental francés Demain consiguió un gran éxito de público y de crítica con su algo ingenua pero motivadora propuesta de alternativas al paradigma socio-económico actual.

Ahora le toca el turno a “Before the Flood”, el documental protagonizado por el oscarizado actor Leonardo DiCaprio, que fue estrenado el pasado 30 de octubre en el National Geographic Channel, en abierto para todo el mundo. Aún puede verse aquí y aquí.

Diez años después de Una verdad incómoda, DiCaprio recoge el testigo de Al Gore y se embarca en un viaje destinado a concienciarnos, una vez más, sobre la verdad del cambio climático.  Y si en la producción apadrinada por ex-vicepresidente estadounidense la verdad era incómoda en la del actor, también norteamericano, esta verdad es dolorosamente urgente.

Nada ha cambiado desde entonces. O sí, pero para peor. El tiempo se agota y puede, incluso, que ya sea tarde.

El climatólogo Jason E. Box junto a Leonardo DiCaprio en Kangerlussuaq, Groenlandia.

Como mensajero de la paz de la ONU para el cambio climático, DiCaprio visita distintos lugares del mundo y entrevista a diferentes expertos y líderes mundiales para mostrar la magnitud de los estragos que la desestabilización climática provocada por el calentamiento del planeta ocasiona en los ecosistemas naturales y en las comunidades humanas que dependen de ellos. También para preguntarse si aún es posible tomar medidas reconduzcan o mitiguen esta situación casi crítica y cuáles podrían ser.

“Before the Flood” es correcto en el diagnóstico de la gravedad de los efectos del cambio climático y en la evidencia de la necesidad acuciante de hacer algo al respecto. También en la denuncia del negacionismo climático patrocinado por los poderes empresariales relacionados con los combustibles fósiles, empeñados en sembrar la duda y en influenciar al poder político para paralizar cualquier tipo de movilización en contra de sus intereses económicos.

Sin embargo, más allá de mostrar la comprensible indignación y de entonar un cierto mea culpa, el “Before the Flood” adolece de un marcado posicionamiento tecnooptimista y de una patente tibieza en la propuesta de soluciones. En ningún momento cuestiona el modelo social y económico dominante que  nos está conduciendo al desastre ecológico , cuando cada vez es más obvio que este modelo está en la base del problema. Y las soluciones que plantea no dejan de ser parches a dicho modelo: ajustes de consumo, voto o dieta, impuestos sobre el carbono, reciclaje y adopción de tecnologías más limpias y energías renovables. Un giro mero giro verde al capitalismo, aderezado con una declaración de fe en la tecnología, que ahora mismo resulta poco verosímil y del todo insuficiente.

Before the Flood

DiCaprio entrevista al ex-presidente estadounidense Barack Obama.

Para los que ya conocen el fenómeno y sus implicaciones “Before the Flood” puede resultar, entonces, superficial y no aportar gran cosa, más allá de evidenciar ese sentimiento de urgencia creciente y del breve recetario de pequeñas soluciones parciales que no cuestionan la base del sistema económico, social y de valores que necesitamos transformar para poder sobrevivir, como especie, al gran cambio en la Tierra que ya se está produciendo. Que ya está siendo, y será, el gran evento de nuestras vidas.

No, “Before the Flood” no es una propuesta revolucionaria. Aunque tampoco lo pretende, porque su público objetivo no deja de ser ese ciudadano medio occidental nada o poco informado, y a menudo desinformado, sobre este tema. Ese ciudadano que constituye aún la mayoría de la población de las sociedades más culpables del cambio climático, las nuestras. Sin su movilización ningún cambio será posible pues sólo, según el documental,  a través de la presión popular los políticos realizarán las acciones correctoras necesarias para evitar mayores desastres. Es aquí, tal vez, donde radica el valor de esta producción: pretender aumentar dramáticamente su consciencia del fenómeno gracias al enorme tirón mediático del DiCaprio.

Para ello, “Before the Flood” adopta un acercamiento emocional típicamente hollywoodiense, muy centrado en la propia figura del actor que, enlazando con su propia historia personal y su implicación progresiva en temas medioambientales, oficia de testigo y se convierte en los ojos del espectador para poder hacerle consciente. Porque la consciencia para DiCaprio, como para cualquiera de nosotros, es la antesala de la acción. Y donde ha fallado la ciencia tal vez funcione la apelación sentimental.

Ahora es el momento de actuar, aunque quizás ya sea tarde…

Before the Flood

Fondo del cartel de la película.