Empezar – Ingrediente 5. Tener en cuenta la escala

¿Cuál es la dimensión apropiada para desarrollar el trabajo de su iniciativa de Transición?

En el ámbito rural, donde los pueblos normalmente tienen una casco histórico bien definido, resulta sencillo establecer las dimensiones de una iniciativa de Transición, pues a menudo existe un conocimiento de carácter tradicional de hasta dónde alcanza la influencia de ese centro rural. En Totnes, Devon, por ejemplo, un estudio preliminar9 puso de manifiesto que lo que la mayoría de la gente encuestada entendía por “comida local” era comida producida en un radio de unos cincuenta kilómetros; es decir, un ámbito cercano al área de influencia de la plaza del mercado de ese mismo centro rural. Sin embargo, en áreas urbanas como Londres o Barcelona, determinar esta área de influencia es algo mucho más difícil.

Hay unas cuarenta iniciativas de Transición en Londres, desde Transition Town Brixton hasta Transition Fishbury Park. Se concentran en sus barrios y favorecen entre sus habitantes el sentimiento de formar parte de la ciudad. Desde 2010, se ha debatido sobre la existencia de Transition London como una red a nivel urbano para ofrecer apoyo a las actividades de cada barrio.10 No obstante, en Bristol, la iniciativa Transition Bristol se propuso servir de catalizador para los grupos locales de cada barrio y se presentó sólo como una pieza dentro de un rompecabezas más grande. Mientras los grupos de cada barrio se han embarcado en proyectos prácticos en su entorno más inmediato, Transition Bristol ha colaborado con las autoridades locales para desarrollar un “Plan del Pico del Petróleo”.

Aunque puede decirse que, como en muchos aspectos de la vida, no hay respuestas absolutas, la escala adecuada para una iniciativa de Transición será seguramente aquella en la que uno sienta que es posible ejercer alguna influencia allá donde vive. Tal vez sea la propia calle o las viviendas del propio edificio, la escuela, el pueblo o, por qué no, algo de mayor escala. El fundador de la permacultura, Bill Mollison, comentó en una ocasión que uno debería tener el huerto en el jardín “a una distancia no mayor de lo que alcanzasen las sobras al arrojarlas por la ventana de la cocina”. De forma semejante, en Transición conviene empezar con aquello que resulte más sencillo e inmediato, y esto servirá sin duda de inspiración a la gente de comunidades cercanas. Quizás esto les lleve a empezar su propia iniciativa, se extienda luego el entusiasmo y surjan otras cuyo efecto a la larga resulte mucho más efectivo de lo que habría podido conseguir el trabajo de una sola persona.

En definitiva, la escala adecuada para una iniciativa de Transición será seguramente aquella en la que uno sienta que puede ejercer alguna influencia allá donde vive. Una única calle tal vez no sea suficiente. Toda una ciudad quizás sea exigirnos demasiado. Elegir algo intermedio que pueda manejarse con facilidad y en el que uno se sienta como en casa.

 

¿Cómo podría funcionar Transición a una escala como la de Los Ángeles?  Joanne Porouyow

La gente sensata suele decir que es imposible, y sin embargo una infinidad de cosas imposibles ocurren a diario. El movimiento de Transición en Los Ángeles evoluciona hoy a través de una serie de iniciativas en distintos barrios. El Eje de Transición para Los Ángeles ofrece apoyo a siete iniciativas locales, las cuales celebran reuniones de forma regular. Una semana cualquiera se celebran varios eventos realizados por grupos de nuestra red local. Nuestro grupo de relaciones públicas tiene una agenda apretada y cada semana responde a distintas peticiones de otros grupos.

Las iniciativas locales de Transición han establecido bancos de tiempo y huertos compartidos, han montado instalaciones para recoger agua de lluvia, y han organizado una red de redistribución de alimentos cultivados en huertos particulares. Algunas de los eventos más destacados incluyen talleres de elaboración de pan, reutilización de ropa usada, alimentación con productos cultivados en un radio de no más de 150 km. y una fiesta casera donde los participantes formaron una cooperativa. Sin embargo, si uno no se queda en la superficie y mira más allá, verá que detrás de estos proyectos hay más que algo divertido y ecológico. Hay un esfuerzo consciente por crear soluciones a los desafíos a los que se enfrenta hoy la humanidad: el cambio climático, el pico del petróleo, la crisis económica, o una combinación de todos ellos. Si alguien me hubiese dicho en 2005, cuando solía conducir por Santa Bárbara de vuelta a casa, que todos estos proyectos acabarían viendo la luz, me habría reído con desencanto y habría dicho que algo así sería imposible.