Juan del Río, cofundador de Red de Transición, ha sido entrevistado por el9nou.cat. Compartimos aquí la conversación traducida, acerca del movimiento de Transición.
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Nuestro compañero Salvador Garrido Soler, de Red de Transición nos ofrece una reseña del libro Manual de lucha contra el cambio climático. Un libro escrito por João Camargo y Samuel Martín-Sosa y editado este 2019 por Libros en acción.
Cada época tiene sus manifiestos y este podría ser uno de ellos. La irresistible sensación de urgencia, que convierte en inaplazable cualquier evento o circunstancia de nuestra existencia, cobra todo su sentido al tratar con la realidad medioambiental.
Sin embargo, existen varias formas de abordar esta cuestión. El libro, que se denomina a sí mismo como Manual de lucha contra el cambio climático, responde a uno de ellos. Un enfoque que, no obstante, amenaza con quedar obsoleto. Veámoslo.
Tal situación se produce cuando emergen nuevos movimientos como Justicia Climática, Extinction Rebellion o Fridays for Future. Estos movimientos abogan por una declaración de “emergencia climática” o incluso denuncian una inminente “catástrofe climática”. Así pues, luchar contra el cambio climático podría resultar insuficiente o simplemente ser el reflejo de una etapa ya superada.
Que el cambio climático es una amenaza para el bienestar o incluso la supervivencia de la especie humana, es un discurso bien conocido. Autores tan sospechosos de radicalismo como Miguel Delibes ya denunciaban en los años setenta del siglo pasado el coste del voraz consumo energético en las opulentas sociedades de consumo occidentales.
Y el movimiento ecologista (tanto social como político) lo convirtieron en una de sus banderas hasta el momento presente, en que puede haberse convertido en su principal razón de ser.
Esto es lo que ocurre con este libro, que en su edición española cuenta con el responsable del área internacional de Ecologistas en Acción como coautor y es publicado por la editorial oficial de la organización ecologista.
Se trata de una apreciación importante, como se explicará al final de esta reseña.
La primera idea que surge tras su lectura es que el título no acierta a expresar plenamente su contenido. En realidad, por su estructura o por su estilo narrativo responde más a un manual de sensibilización o concienciación urgente sobre el cambio climático.
Así se desprende de su estructura, que puede dividirse en tres partes diferenciadas. La primera de ellas comprende los dos primeros capítulos, en los que se habla del clima y del calentamiento global.
Desde el primer momento, se sucede un aluvión de datos e imágenes, que sin embargo se exponen con un lenguaje asequible y muy visual. Ayuda en este sentido el impactante diseño gráfico desarrollado por ambos autores.
Su estilo no profesional encaja a la perfección con el aroma naïf de los antiguos fanzines o boletines de asociaciones y otros colectivos (en mi caso, no pude evitar añorar los desenfadados pero cuidados cuadernillos de los primeros números de El Cárabo).
Además, la cuidada maquetación y la publicación sobre un perfecto papel 100% reciclado y ecológico desmienten cualquier intención diletante. Y menos con un dibujante como Miguel Brieva dentro del consejo de redacción de la editorial.
Así pues, el lenguaje visual desplegado, a través de ilustraciones sencillas y aparentemente no profesionales, sirven para reforzar la autenticidad del contenido. Esto se hace todavía más evidente en la segunda parte del libro, que abarca desde el capítulo tercero hasta el octavo.
Se trata de un auténtico estado de la cuestión sobre el cambio climático y sus consecuencias. Qué está ocurriendo aquí y en el resto del mundo, quiénes son los responsables de esta situación o sus negacionistas, son temas que se abordan de manera clara e impresionante.
Precisamente, uno de los grandes atractivos del libro es su capítulo tercero, en el que se explica la situación actual del Estado español y se presentan las proyecciones para cada comunidad autónoma a finales del siglo XXI.
Se suceden mapas con datos sobre el aumento estimado de temperatura y la disminución del porcentaje de lluvias, junto con ilustraciones e corte apocalíptico en la que se confrontan los paisajes desérticos con los de costas inundadas.
Es una estrategia muy efectiva que supera con creces los datos presentados en el capítulo siguiente, en el que se realiza una prospección a nivel mundial.
Quien desee sensibilizar rápidamente a cualquier persona escéptica sobre el cambio climático, no necesita más que acercarla a su realidad más cercana, con cifras e imágenes impactantes sobre el futuro que aguarda a su región.
Escenarios tan sobrecogedores hacen que inevitablemente surja la pregunta acerca de si estamos ante el fin del mundo.
El capítulo quinto responde a tan desasosegante pregunta. La respuesta a una pregunta inteligente es otra pregunta, afirmaba en sus celebrados aforismos el desaparecido Jorge Wagensberg. Al interpelarnos con un contundente “¿es más fácil imaginar el fin del mundo que el final del actual sistema económico?”(p. 182) nos encontramos con una clave ineludible que recorre todo el manual.
No se trata solamente de una crisis climática, sino una crisis sistémica en la que la economía (o al menos la degradación de la misma como arte de ganar dinero) actúa como catalizador.
Enfrentarse a los dilemas que tan crudamente se han relatado en los capítulos anteriores es objeto de la tercera parte del libro. Se presentan las alternativas disponibles y que constituyen la lucha contra el cambio climático propiamente dicha.
Sin embargo, resulta chocante en su planteamiento. En apenas treinta páginas y tres capítulos se resuelve un variado listado de opciones disponibles para personas y colectivos que quieran luchar contra el cambio climático.
Dos, si se descuenta el apocalíptico epílogo final con referencia cinematográfica incluida a una famosa trilogía tecnofuturista (que no se mencionará aquí para evitar destripar el final de su lectura, a pesar de que la cita no resulte especialmente afortunada).
Más que la brevedad de esta última parte, su contenido justifica la objeción inicial de que nos encontremos ante un verdadero manual de lucha. Sobre todo, por la necesidad de hacer una seria advertencia respecto a sus páginas finales.
Cuando se habla de activismo climático, no podemos obviar que se trata de una modalidad de activismo social. Y, como todos los movimientos sociales, es preciso que cualquier persona que se acerca a ellos pueda conocer sus aspiraciones y objetivos, sus herramientas y sus propuestas prácticas, pero también su alcance, sus límites y por supuesto sus consecuencias.
Promover alternativas de consumo crítico a través de nuevos modelos energéticos, agroecológicos o comunitarios resulta encomiable, y cualquier apoyo resulta bienvenido.
Es en este apartado donde precisamente se incluye a los municipios en transición como una de las vías para “tejer lazos colectivos” (p. 257).
Son definidas aquí como “ensayos de sociedad post-fosilista que fomentan la resiliencia comunitaria a través de la agroecología y el desarrollo de renovables con un concepto mucho más horizontal de la gobernanza y la participación que ponen nuevamente en el centro la cuestión del poder” (p. 257).
Se trata de la definición muy acertada que resume a la perfección, sin más debates y etiquetas, qué son las comunidades y municipios en transición. Algo que desde Red de Transición España debe ser reconocido y celebrado.
Ahora bien, un activismo que promueve no solamente el consumo crítico sino que promueve la desobediencia civil, no puede limitarse a motivar a las personas y colectivos para ““interrumpir” pacíficamente el sistema” (las primeras comillas son de los autores) o “escalar la intensidad de las acciones a favor de la justicia climática” (p. 258).
Una persona joven que se acerque al activismo climático como vía de expresión de su indignación creciente ante la realidad socioeconómica y ambiental (pues tal es el previsible público objetivo del libro) precisa de muchas más herramientas y estrategias.
O, por lo menos más, desarrolladas para hablar apropiadamente de un manual de lucha.
Sin una pedagogía de la participación previa o sin una mínima experiencia en el activismo social, podría verse ante la obligación de asumir unas responsabilidades para las que puede no estar preparada.
En efecto, una de las lecciones que activistas de todo el mundo han aprendido (por las malas) es la dificultad para llevar a la práctica unos postulados teóricos justos, necesarios y urgentes.
Y, sobre todo, la necesidad de una preparación adecuada para asimilar que el activismo es un modo de vida que va mucho más allá de la participación puntual o regular con unas actividades reivindicativas.
En un país donde rige la Ley Orgánica de Seguridad Ciudadana, (conocida popularmente como “Ley Mordaza”) y que muy recientemente ha calificado penalmente conductas masivas de protesta derivadas de una crisis territorial y constitucional en su región más próspera, también puede ser razonable conocer las repercusiones que pueden provocar determinados actos, por muy justificados que parezcan.
Experiencias históricas de activismo, como el movimiento antimilitarista de desobediencia civil al servicio militar, incluían habitualmente en sus textos y manuales de lucha apartados dedicados a temas legales.
De esta forma, proporcionaban recursos adecuados para conocer los derechos y obligaciones vinculados a ejercicio activo de su militancia. Incluidas penas de prisión o privación de derechos civiles.
Por eso, al tratarse de un manual escrito, publicado y promocionado por una organización ecologista, sería recomendable que este aspecto fuera cubierto. Y lo fuera por cualquiera de los grupos locales a los que los autores recomiendan acudir para sumarse a la lucha contra el cambio climático (p. 271).
De esta manera, se evitarían indeseables consecuencias entre quienes no conocen (por inexperiencia o por audacia) algunos de los efectos menos conocidos del activismo social.
Hecha esta importante salvedad, sólo nos resta reiterar que nos encontramos ante un buen material de sensibilización. Un material idóneo para explicar en qué consiste el cambio climático y por qué es necesario actuar urgentemente. Su lenguaje asequible, llamativo visualmente y efectivo, contribuye a ello.
Auguramos que contribuirá a una renovación del activismo ecologista, con el adecuado acompañamiento de personas y grupos más experimentados. Y a través de los proyectos energéticos, agroecológicos, de transporte, de vivienda y desarrollo comunitarios enumerados en su tercera parte.
En definitiva, este libro servirá para canalizar una enorme energía. La energía que proporcionan a los movimientos sociales las nuevas generaciones. Nuevas generaciones que pueden gestionar las nuevas narrativas y los nuevos argumentos que precisa el activismo climático. Y ello sin caer en las nuevas formas de frustración y desasosiego que preconizan algunas voces (aunque sea bajo la denominación de ecoangustia).
Y es que si algo representa la juventud, es la esperanza de un mejor futuro.
Varias de las compañeras del equipo de la Red de Transición participaron en la Marcha Mundial por el Clima del 27 de septiembre. Esther, una de ellas, nos cuenta su experiencia vivida en Barcelona.
A finales de septiembre se convocaba en Barcelona una semana de movilizaciones (#WeekForFuture) a partir del 20 de septiembre, con motivo de la Cumbre sobre la Acción Climática de la ONU. Las actividades y reivindicaciones culminaban el viernes 27 con la tercera Huelga Mundial por el Clima.
La actividad más multitudinaria en el área de Barcelona fue sin duda la Marcha por el Clima, organizada por Fridays for Future (Juventud por el Clima), 2020 Rebelión por el Clima, Alianza por el Clima y Emergencia Climática Ya. Se sumaron a modo de apoyo diversas entidades y asociaciones afines. También acudieron unas 100.000 personas que caminamos, cantamos, bailamos y gritamos pacífica y festivamente por el centro de Barcelona.
Pero no estábamos solas, unas doscientas manifestaciones se dieron aquel mismo día por todo el territorio español, y unas seis mil acciones por el clima tuvieron lugar por toda nuestra casa común, el planeta.
Fuente: https://globalclimatestrike.net/
Mucho antes de las 18h de la tarde (hora de la convocatoria) ya empezaba a pasear gente por Paseo de Gracia. Pequeños y mayores, grupos de jóvenes, familias, parejas, grupos de amig@s, AMPAs… También asociaciones y entidades como Madres por el Clima, Ecologistas en Acción, Zero Waste BCN, Som Energia, Escola Decroly, GreenPeace, Xarxa per la Conservació de la Natura, Animal Help, Action for Liberation, Anima Naturalis, ànimaL. Por supuesto, desde Red de Transición no quisimos perdernos tal esperanzador y reivindicativo evento y también estuvimos allí.
Sin duda, una de las cosas más positivas e impactantes del día fue que apenas pudimos movernos de tal cantidad de gente que había concentrada. Un recorrido que normalmente se podría hacer a pie en unos veinte minutos, duró más de dos horas.
Acorde con la esencia del manifiesto de Emergencia Climática, las consignas, canciones, disfraces y pancartas nos recordaban que “el capitalismo mata el planeta” y “no existe un planeta B”, que es mejor que “cambiemos el sistema, no el clima”, que no queremos “ni un grado más, ni una especie menos” y por eso “somos naturaleza defendiéndose a sí misma”.
Al llegar a Plaza Cataluña muchas personas marcharon por falta de espacio, otras todavía seguían avanzando por Paseo de Gracia, y las que tuvieron suerte de estar por allí pudieron disfrutar de unos momentos de reivindicación musical.
Como véis en la fotografía, algunos osos polares aprovecharon también esta jornada tan mediática para reivindicar sus derechos.
Debo decir que me alegró especialmente ver muchísimas personas portando pancartas en las que se explicaba y reclamaba el veganismo como vía de acción contra el cambio climático.
Cada vez más personas se dan cuenta de que consumir animales guarda estrechos vínculos con el agravamiento de los efectos nocivos del cambio climático: la deforestación, la sequía y contaminación de las aguas, el aumento de gases de efecto invernadero en la atmósfera y la extinción masiva de especies.
Me sentí agradecida con esas personas y organizaciones valientes que se atreven a plantear cuestiones que nos llevan a la autocrítica, dejando a un lado comodidades y egos, para centrarse en elementos estratégicos y de un impacto positivo tan crucial para la vida en el planeta.
Cuidemos juntas de lo que más nos une y hace posible la Vida. El planeta nos necesita, y ahora más que nunca: responsables, unidas, conscientes.
Te invito a calcular tu huella ecológica y a reflexionar sobre qué puedes hacer para reducir el impacto ambiental.
https://www.instagram.com/p/B3AG7bch1JB/?igshid=1cxug6lu34xuw
Después de unos años desde el surgimiento de la idea y de un fascinante proceso de preproducción, “ALTER NATIVAS: Hacia un futuro sostenible”, inicia su fase de rodaje.
Este largometraje documental es uno de los proyectos más importantes de Red de Transición para este 2019 y el próximo 2020.
“Alternativas”, del latín Alter (otro) y Nativus (nacido), hace referencia a la búsqueda de nuevas realidades, nuevos orígenes. Ese es el punto de partida de “ALTER NATIVAS: Hacia un futuro sostenible”: el mostrar iniciativas innovadoras de transición socioecológica.
Es decir, mostrar experiencias diversas que están planteando respuestas a la crisis sistémica que sufrimos en el mundo: energética, económica, ecológica, social, cultural y epistémica.
“ALTER NATIVAS: Hacia un futuro sostenible” quiere abordar, con un enfoque propositivo y de posibilidad, cuestiones tales como las siguientes:
El largometraje es fruto de un trabajo colaborativo, liderado por Juan del Río y Agustí Corominas junto a un diverso equipo de personas.
Además, cuenta con el apoyo de múltiples organizaciones, entre las que destacan Red de Transición y la Revista Soberanía Alimentaria.
El proyecto empieza, por fin, un punto crucial de su desarrollo: su rodaje.
El momento ha llegado tras varios años de diseño y de conexión con colectivos y personas comprometidos con la Transición. También de investigación y trabajo de guión.
Y, especialmente después de una intensa y emocionante campaña de micromecenazgo en la plataforma GOTEO. Durante la campaña, más de 320 personas y organizaciones han podido realizar contribuciones económicas. Muchas gracias a todas ellas.
El rodaje comenzó a finales de mayo, y se prevé que finalice a finales del 2019. Serán varios meses, pues, en los que el equipo visitará múltiples regiones de la península y las islas.
Serán meses en los cuales se filmará experiencias de Transición potentes. Y diversas a nivel geográfico, temático, contexto urbano-rural, etc.
Toda la información sobre esas iniciativas de Transición se irá colgando en las redes sociales del documental. Allí podréis ver ya algunas de las imágenes de los proyectos que se están ya filmando.
ALTER NATIVAS continúa. Seguimos tejiendo redes entre proyectos de cambio. Queremos mostrar espacios de esperanza, iniciativas transformadoras. Porque queremos inspirar a la gente a pasar a la acción en este contexto de emergencia social y ecológica. ¿Nos ayudas a hacerlo posible?
La comunidad del proyecto sigue creciendo. Síguenos en redes sociales (Facebook, Twitter, Instagram, youtube), en la web del documental, o suscribiéndote.
Desde Red de Transición estamos ilusionados y felices con el comienzo del rodaje, y queremos agradecer profundamente todo el apoyo recibido.
Es y será un proyecto de todas y para todas.